Dinora Doudtchitzky (1914-2004), artista chilena-ukraniana nacida en Odessa, es uno de los personajes de la escena artística nacional que vale la pena conocer.

Por Micaelina Campos Asenjo, Arquitecta, Presidenta Fundación Museo Casa de La Acuarela.

Ella (Dinora Doudtchitzky) desarrolló toda su obra artística en Chile y realizó una fundamental labor como co-fundadora del Taller 99 (principal centro de grabado del país),  ademas de la docencia por mas de 30  años en la Universidad Católica.

Además de su  destacada trayectoria en el ámbito de las artes visuales y de su trabajo de formadora de muchas generaciones, hay que destacar su rol de mujer inmigrante, de espíritu inquieto y libre, que supo ganarse un espacio importante al lado de grandes maestros del arte chileno, como lo son Nemesio Antúnez y Eduardo Vilches, entre otros.

Dinora es señalada como una de las figuras más relevantes de la escena del grabado nacional, y exploró ademas con su mirada hacia otras disciplinas que fueron exploradas por la artista a lo largo de su carrera, como la pintura al oleo, pastel, tintas y acuarela y el dibujo.

Su obra se encuentra en destacadas colecciones nacionales e internacionales.

Desde Odessa a Buenos Aires viajó siendo muy joven junto a su familia, decide formarse en el campo de las artes visuales, y al llegar a Chile inmediatamente se inserta en el mundo académico, comenzando a estrechar vínculos con Nemesio Antúnez, quien sería su compañero de ruta a través de la formación del mítico Taller 99, y con la Universidad Católica, la cual sería su casa de estudios hasta su jubilación.

Sus inquietudes filosóficas y humanistas, propias de su educación ucraniana la llevaron a explorar en profundidad la esencia del ser, conectándose con un viaje espiritual a través de la práctica de la meditación y del yoga que la acompañarían hasta el final de sus días.

Su independencia y autonomía se ven reflejadas en sus creaciones artísticas, las cuales son reconocidas por sus pares justamente desde este lugar. “Dinora es única” solían comentar.

Esta convicción profunda en sus capacidades y en su esencia, la llevaron a plasmar en su obra, escenas muy íntimas, siempre conectadas con los recuerdos de su infancia, su amor por la naturaleza y la estética de las plazas y calles de su país.

La presencia de la mujer en su obra es otro de sus temas fundamentales. A través de un sinnúmero de retratos de múltiples mujeres, Dinora desarrolló un trabajo sicológico plasmado en las enigmáticas miradas, de ojos profundos, cuestionadores y reflexivos, que nos ayudan a comprender el devenir de la mujer en una sociedad que se estaba abriendo a nuevas realidades, donde había mucho por hacer y donde ellas tenían mucho que aportar.

Concer a Dinora a traves de su obra, de su biografía  y su relato personal es una oportunidad única de rescatar este patrimonio y de poner en valor sus temas, su sensibilidad de mujer artista y su historia de inmigrante.

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