

Dr. Jorge Carrasco Cerda
Universidad de Magallanes
El cambio climático está transformando cómo, cuándo y dónde pueden realizarse los deportes al aire libre de manera segura. El aumento de las temperaturas, la mayor frecuencia de olas de calor, el empeoramiento de la calidad del aire, la disminución del manto de nieve, el retroceso glaciar y el fortalecimiento de las tormentas ya no son problemas ambientales distantes: están afectando actualmente las actividades físicas al aire libre profesionales y recreativas, comunidades y organizaciones deportivas. Debido a que Chile abarca desiertos, valles mediterráneos, bosques templados, altas montañas y fiordos subpolares, ofrece un ejemplo único y altamente visible de cómo el cambio climático altera la actividad física en exteriores.
Una visión nacional integrada de los impactos del cambio climático muestra por qué el deporte al aire libre debe incorporarse a la planificación de adaptación climática. Los deportes de temporada cálida, como el fútbol, el atletismo y el ciclismo, enfrentan cada vez más condiciones peligrosas de calor y mala calidad del aire, especialmente en ciudades donde el humo de incendios forestales y la contaminación frecuentemente superan los niveles seguros para ejercitarse. Estas condiciones reducen el rendimiento, aumentan el riesgo de lesiones y enfermedades, y limitan las oportunidades para que niños y adultos se mantengan activos.

En los Andes, el rápido retroceso glaciar, el derretimiento del permafrost y la inestabilidad de laderas están modificando rutas tradicionales de montañismo y trekking, al menos obliga a un constante chequeo del estado de estas. Corredores de montaña, excursionistas y escaladores deben enfrentar mayor caída de rocas, puentes de nieve colapsados y cambios bruscos del tiempo. Los deportes de invierno, una actividad cultural y económica relevante, están experimentando temporadas más cortas y menos confiables debido a la disminución de la nieve y el ascenso de la isoterma 0°C. Los centros de esquí dependen cada vez más de la nieve artificial, que requiere altos consumos de energía y agua, y que se vuelve inviable en años cálidos o secos. Condiciones que a futuro se acentúan y serán más frecuentes. Esto obliga a pensar en cómo enfrentar los nuevos escenarios y desafíos que plantea el cambio climático en la actividad deportiva y turística. ¿Tendrán los centros invernales que desplazarse a mayor altura y/o hacia el sur?
Por otra parte, los deportes acuáticos también se ven afectados. Los cambios en los caudales modifican la práctica del rafting y el kayak, mientras que el calentamiento de lagos y océanos contribuye a floraciones algales nocivas, pérdida de calidad del agua y reducción de las condiciones seguras para nadar. La erosión costera, las marejadas y la variabilidad del oleaje interrumpen con mayor frecuencia actividades como el surf y la vela.
Aunque la mayoría de los impactos del cambio climático sobre el deporte son negativos, un número limitado de disciplinas podría experimentar beneficios localizados o temporales asociados a temperaturas más suaves y a períodos más largos sin heladas en regiones tradicionalmente frías. En latitudes australes y en ambientes de alta latitud, un calentamiento moderado puede extender la temporada segura de práctica para deportes aeróbicos al aire libre como correr, ciclismo, senderismo y trail running, reduciendo los días restringidos por nieve, hielo o frío extremo. De manera similar, el ciclismo de montaña, la escalada en roca y el montañismo estival podrían disponer de ventanas de acceso más largas a medida que la cobertura nival estacional retrocede más temprano en el año. Algunos deportes acuáticos, como el kayak recreativo y el stand-up paddle, también podrían beneficiarse de períodos más prolongados sin hielo en lagos y fiordos. En zonas costeras, aumentos moderados en la frecuencia de vientos o marejadas de intensidad media podrían mejorar temporalmente las condiciones para la navegación a vela, el windsurf, el kitesurf y el surf, aunque solo cuando estos incrementos no coincidan con tormentas peligrosas o erosión costera.
Sin embargo, estas ventajas potenciales son altamente regionales, marginales y transitorias, y se ven ampliamente superadas por el conjunto de riesgos, calor extremo, humo de incendios forestales, estrés hidrológico, aumento del nivel del mar y el declive de los deportes dependientes de la nieve, que dominan la influencia general del cambio climático en el deporte contemporáneo.
Estos cambios evidencian la necesidad urgente de estrategias de adaptación en el sector deportivo. Entre ellas se incluyen ajustar horarios de entrenamiento, aplicar protocolos de calor y calidad del aire, mejorar el monitoreo ambiental, desarrollar mapas de riesgo para deportes de montaña y rediseñar infraestructura deportiva acorde a las nuevas realidades climáticas. Aunque algunos deportes podrían beneficiarse temporalmente de temporadas cálidas más largas, estos beneficios son marginales frente a los crecientes riesgos para la salud y la seguridad.
Al identificar las presiones climáticas que afectan a distintos deportes en el país, se hace necesario y urgente para ayudar a atletas, familias, gobiernos locales, federaciones deportivas y responsables de políticas públicas a planificar una participación más segura en actividades físicas al aire libre. Hay que asegurar que el deporte siga siendo accesible, seguro y sostenible en un clima cambiante es fundamental no solo para la recreación, sino también para la salud pública, la cohesión social y el bienestar comunitario.


CAMBIO CLIMATICO Y DEPORTE
1. Impacto en el rendimiento y la salud
2. Impacto en la organización de eventos
3. Cambios ambientales
4. Impacto en la infraestructura y el entorno
5. Adaptación y mitigación



