Cuando la ambición se mide en vidas COP 30

jueves 13 de noviembre del 2025

“La resiliencia climática empieza con una comunidad sana”, recordó hoy Ana Toni, ministra y presidenta de la COP30.

En el día de la salud, la Presidencia de la COP30 presentó el Plan de Acción de Belém para la Salud, el primer plan internacional de adaptación dedicado íntegramente a proteger vidas frente al cambio climático. Brasil, que ya adoptó su propio plan nacional en 2023, ha lanzado un mensaje claro, si el cambio climático se acelera, la resiliencia de los sistemas sanitarios debe hacerlo aún más rápido.

En la misma línea, el secretario ejecutivo de la CMNUCC, Simon Stiell, ha declaraddo en la presentación que “el aumento de las temperaturas, las inundaciones, las sequías y las tormentas se cobran vidas, alimentan las enfermedades y la desnutrición, y ejercen una enorme presión sobre los sistemas de salud“.

La adaptación también es un problema de salud.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha presentado un informe realizado conjuntamente con UNDRR, PAHO y el Programa de Cirugía Global y Cambio Social de la Escuela de Medicina de Harvard en el que se realiza la primera evaluación regional de la exposición de la población y del sistema de salud a diversas amenazas naturales en América Latina y el Caribe.

El informe Inteligencia Demográfica para Futuros Preparados para el Riesgo. Mapeo de la Población y la Exposición Hospitalaria de Emergencia en América Latina y el Caribe (ver enlace) destaca que 267 millones de personas y cerca de 5.000 hospitales de emergencia están expuestos al menos a un peligro natural importante, 100 millones están expuestas a vientos con fuerza de huracán y 64 millones a inundaciones fluviales. En concreto, el 41% de la población y el 37,5% de los hospitales de emergencia se encuentran en zonas de riesgo medio a alto. En definitiva, un número relevante de la población se enfrenta a riesgos múltiples superpuestos lo que requiere urgentemente actuar para implementar estrategias de reducción del riesgo de desastres y medidas de adaptación climática espacialmente focalizadas e inclusivas.

El mensaje es claro. Frente a los impactos cada vez más extremos del cambio climático, la salud es el indicador que permite analizar si realmente estamos adaptándonos o no. No es casual que más del 90% de las nuevas contribuciones nacionales determinadas (NDC) y todos los Planes Nacionales de Adaptación (NAP) incluyan el componente de la salud y aspectos relacionados con la gestión sanitaria. Pero, como ha recordado Simon Stiell, esto no es suficiente, y la adaptación sanitaria no será real si no se multiplica la inversión, la gobernanza y la cooperación internacional.

Fuente: Acción de sanitarios reclamando acción climática en la COP30. Equipo AmbiciónCOP.

El nuevo plan propone acciones concretas para que los países puedan anticipar y responder a riesgos climáticos, cada vez más frecuentes, como olas de calor, enfermedades transmitidas por vectores (como el dengue), contaminación del aire, impactos en la salud mental o desastres climáticos. Pretende para ello, fortalecer la adaptación y la resiliencia del sector sanitario mediante el avance de sistemas integrados de vigilancia y seguimiento, la aceleración del desarrollo de capacidades, la promoción de la aplicación de políticas basadas en datos empíricos, el fomento de la innovación y la producción sostenible, y la necesidad de implementar medidas de colaboración intersectorial para acelerar los esfuerzos de mitigación que generan beneficios colaterales para la salud. 

El Plan de Acción de Belém para la Salud se ha lanzado con el apoyo de 15 países, Brasil, Azerbaiyán, España, Egipto, EAU, Tuvalu, Países Bajos, Uruguay, Portugal, Kenia, Japón, Surinam, Noruega, Zimbabue y Francia. También se han realizado otros anuncios como la aportación de la Climate and Health Funders Coalition, que agrupa a más de 35 organizaciones filantrópicas globales, de 300 millones de dólares. Este fondo se va a destinar a la investigación, las políticas y las soluciones para combatir el calor extremo, la contaminación atmosférica, las enfermedades infecciosas y a fortalecer los sistemas de salud mediante la integración de datos climáticos.

El acto ha finalizado con una certaza, un plan global no es suficiente. La resiliencia sanitaria requiere instituciones de salud fuertes, alianzas con el sector privado, activación de la financiación y, sobre todo, la participación de las comunidades cuyo conocimiento local anticipa riesgos que los modelos aún no conocen. Convertir la salud en motor de resiliencia implica pasar “de los anuncios a la implementación”, lo que requiere esfuerzos a nivel país.

Necesitamos combatir el calor extremo.

Junto al Plan de Acción de Salud de Belém, y relacionados con la adaptación, se presentan dos propuestas para hacer frente al calor extremo en las ciudades, al que se atribuyen más de 490.000 muertes anuales en todo el mundo. Se prevé, además, que el número de personas que habitan en núcleos urbanos expuestos a temperaturas peligrosas pueda quintuplicarse antes de 2050.

Se ha lanzado el Programa C40 Cool Cities Accelerator, una alianza entre la Fundación Rockefeller y C40, que busca ayudar a las ciudades a establecer y financiar objetivos para proteger a sus residentes del calor extremo. Las ciudades que se adhieren al se comprometen a proteger a sus residentes del calor extremo y a transformar los entornos urbanos para que sigan siendo habitables a medida que aumentan las temperaturas. Ya se han adherido varias ciudades: Accra, Ahmedabad, Ámsterdam, Atenas, Austin, Barcelona, Bengaluru, Boston, Buenos Aires, Chicago, Durban (eThekwini), Fortaleza, Freetown, Guadalajara, Karachi, Londres, Melbourne, Milán, Bombay, Nairobi, Nueva York, París, Phoenix, Ciudad Quezón, Río de Janeiro, Roma, Salvador, Santiago de Chile, Singapur, Tel Aviv, Tokio, Tshwane y Vancouver.

También se ha presentado la campaña Beat the Heat/Mutirão contra o Calor Extremo, iniciativa de la COP30 y la Cool Coalition de UNEP (siglas en inglés del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Los participantes se comprometen a evaluar la vulnerabilidad urbana al calor, priorizar los proyectos de refrigeración e integrarlos en planes o estrategias urbanas, a planificar e implementar proyectos y políticas de refrigeración pasiva y basada en la naturaleza (por ejemplo, corredores verdes, techos fríos, códigos de construcción) y a promover lacontratación pública de tecnologías de refrigeración de bajo potencial de calentamiento global y alta eficiencia en edificios públicos.

Esta campaña implementa a nivel local el Global Cooling Pledge (Compromiso Mundial por el Acceso a la Refrigeración) lanzado en la COP28 en Dubái, para acelerar las soluciones contra el calor extremo y la refrigeración sostenible. Con 72 países firmantes, su objetivo es aumentar la ambición y la cooperación internacional a través de objetivos globales colectivos para reducir las emisiones relacionadas con la refrigeración en un 68% a partir de hoy para 2050, aumentar significativamente el acceso a la refrigeración sostenible para 2030 y aumentar la eficiencia media mundial de los nuevos acondicionadores de aire en un 50%.

La campaña se basa en los resultados del informe Global Cooling Watch 2025, que plantea que la demanda de refrigeración podría triplicarse rápidamente si seguimos con los hábitos y prácticas actuales, impulsada por el crecimiento de la población y por eventos de calor más extremos y por el acceso cada vez mayor de los hogares de bajos ingresos a sistemas de enfriamiento más contaminantes e ineficientes (duplicando las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el enfriamiento respecto a los niveles de 2022, alrededor de 72.000 millones de toneladas de CO2 para 2050).

La presentación del Plan de Acción de Belém para la Salud se ha producido en el plenario más importante de la cumbre, denominado Amazonas, mientras en las salas de negociación se desarrolla otro capítulo de la historia de la COP30. El primer plan internacional de adaptación al cambio climático dedicado exclusivamente a la saludl necesita que avancen los procesos relacionados con las cuestiones de adaptación. Es decir, de decisiones que todavía están por llegar. Este año, dos temas clave ocupan el debate técnico:

  • Los indicadores del Objetivo Global de Adaptación (GGA): En un segundo plano, opacada por las necesidades de mitigación, la adaptación necesita un marco técnico, seguro y transparente para medir el progreso de los esfuerzos realizados por las Partes. Este proceso técnico, muy complejo, debe definir indicadores que sirvan para países con realidades muy diversas distintas, sin involucrar ingerencias en las competencias nacionales. Los expertos han reducido diversas propuestas con miles a 100 indicadores, aunque siguen existiendo dudas sobre la lista. Algunas Partes temen que sea demasiado prescriptiva y, otras, que el listado no permita medir los avances reales. Finalizar el proceso en Belém es una cuestión muy relevante para avanzar en el proceso.
Fuente: Acción de sanitarios reclamando acción climática en la COP30. Equipo AmbiciónCOP.
  • La financiación para la adaptación: La otra cuestión fundamental está vinculada a los fondos. Pese a que en la COP26 celebrada en Glasgow se definieron una serie de objetivos de financiación, y a los esfuerzos de la UE, las aportaciones de fondos son insuficientes. La conversación sobre el “tripling the doubling”, en relación al compromiso de Glasgow de que los países desarrollados aumentaran los fondos destinados a la adaptación en países en desarrollo pasando de unos 19.000 millones de dólares en 2019 a aproximadamente 38.000 millones de dólares en 2025, sigue bloqueada. Hubo un pequeño avance con las promesas de fondos realizadas en el marco del programa ARISE del Climate Investment Funds de 100 millones de dólares de Alemania y España. Se requieren más anuncios en este sentido.

Poner la salud en el centro del debate político también es una cuestión de justicia climática, como indica la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia lanzada este 2025, que reconoce la obligación legal de los Estados a actuar para proteger a sus ciudadanos y mantener la trayectoria hacia 1,5 ºC (ver enlace). La salud, en este contexto, se convierte en una disciplina fundamental para tender puentes entre las agendas políticas y la protección de los derechos humanos, generando barreras ante la polarización para recuperar la confianza en un momento crítico de la política internacional. 

¿España, clave en la facilitación de los acuerdos sobre mitigación en la COP30?

De cara al tramo político de la próxima semana, la Presidencia de la COP30 ha invitado a ministras, ministros y altos cargos de distintos países para facilitar una serie de consultas con las Partes. En el ámbito de la mitigación, la Vicepresidenta Tercera del Gobierno y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Sara Aagesen, representará a España, trabajando junto con Egipto, para impulsar una mayor ambición en este pilar clave de la acción climática propiciando el acuerdo entre los Estados en las negociaciones.

Hoy también hemos conocido que España, que mantienen una posición firme y ambiciosa en materia de mitigación en el ámbito internacional, ha decidido elevar hoy su perfil político en Belém. El país se sumó a la Declaración de Belém sobre Combustibles Fósiles, impulsada por Colombia, que reclama una transición progresiva para el fin del uso de los combustibles fósiles y respalda el llamado de la Presidencia brasileña de la COP30 para avanzar en una hoja de ruta para ello.

Plan de Acción Belem 2026 COP 30, descargar : en—belem-action-plan.pdf

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